Estudiantes del Colegio La Salle Santiago alineados en un desfile portando banderas de la República Dominicana.

El sol bañaba el patio de la institución con su luz dorada, como si quisiera ser testigo del momento. En perfecta formación, un grupo de jóvenes avanzó con paso firme, sosteniendo con orgullo la bandera dominicana. Sus manos, cubiertas con guantes blancos, sujetaban con respeto el estandarte tricolor, mientras el líder de la marcha, con un silbato al cuello, marcaba el ritmo con precisión.

Jóvenes protagonizan emotivo acto cívico en honor a la bandera dominicana

El silencio se hizo presente entre los asistentes. Solo el sonido de los pasos sincronizados y el ondear de la bandera interrumpían la quietud, creando una atmósfera solemne y emotiva. Padres, maestros y compañeros observaban con admiración, sintiendo el mismo orgullo que se reflejaba en los ojos de los jóvenes.

No era solo una marcha, era un homenaje. Cada paso simbolizaba el esfuerzo de generaciones pasadas, el sacrificio de quienes construyeron la historia de la nación y la esperanza de un futuro mejor. La emoción se hizo visible cuando uno de los estudiantes, con voz firme y mirada encendida, recitó unas palabras en honor a la patria:

«Llevamos la bandera en alto, no solo con nuestras manos, sino con el corazón. Porque ser dominicano es más que un título, es un compromiso con la historia y con el futuro.»

El aplauso fue inmediato, pero más que un simple reconocimiento, fue un eco del sentimiento que todos compartían en ese momento. La bandera siguió ondeando, orgullosa, mientras el grupo de jóvenes continuaba su marcha.

Aquel acto no fue solo una ceremonia cívica. Fue una lección de identidad, un recordatorio de que la patria vive en cada gesto de respeto, en cada promesa de integridad y en cada latido de quienes sueñan con un país más fuerte, más unido, más suyo.

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